martes, 19 de septiembre de 2017

Antonio Albella, un actor en busca de un personaje

RESUMIDO EN 10 FOTOS Y 1 VÍDEO

Antonio Albella es actor de teatro, pero mucha gente aún le recuerda como uno de los componentes de “Locomía”, aquel glamoroso grupo que puso de moda los abanicos gigantes (para bailar) e Ibiza como meca del amor fou (para ligar)…
Antonio se quiere centrar en su faceta de actor, y ahora se presenta en Madrid con una obra de suspense, un thriller, “La habitación de Verónica”…

Charlamos con él entre ensayo y ensayo. Tiene porte anglosajón, de principios del siglo XX, con bigote engominado, y largas patillas, perfectamente podría pasar por un noble británico, con maneras elegantes y conversación fluida y amena…
¿Desde cuándo estás en el teatro?
En el teatro desde que la vocación me llamó, esto es como las monjas y los sacerdotes. Soy actor de vocación como creo que deben ser todos los actores, y en el teatro, si hablamos profesionalmente, mi carrera tiene 25 años que cumplí el año pasado desde que empecé en televisión con Consuelo Berlanga. Yo ya había estudiado Arte Dramático y aunque empiezo a hacer funciones de teatro comercial más tarde, pero digamos que mi carrera teatral, que anteriormente al 2007 había hecho títulos, en el 2007, es decir hace 10 años, hago el gran éxito de Ana Diosdado, “Olvida los tambores”, que ya se había hecho en el año 70 y nosotros hicimos un remake y esa función en el Teatro de La Latina me supuso unas críticas estupendas y me hizo un antes y un después en mi carrera, porque yo que había estado en un grupo de fenómeno de fans…
¿Si no me equivoco ese grupo era Locomía?
Sí, exactamente, eso es. Venía de Locomía y en este país cuando vienes de otro campo parece que hay que currárselo más, porque en otros países como Estado Unidos o Inglaterra ven muy bien que cantes, que bailes y que interpretes, pero bueno, este país es de etiquetas y es verdad que cuando estaba en el grupo Locomía, éramos muy conocidos, bailábamos con abanicos, tuvo un éxito enorme y fue un grupo mítico en la historia del pop español, yo ya era actor, ya había estudiado, por lo tanto mi papel en el grupo lo tomaba como un personaje, los trajes eran muy teatrales, íbamos vestidos con ropa muy exagerada, por lo tanto cuando me vestía con esa ropa para mí era como interpretar un papel, mi etapa en el grupo fue como una función de teatro más, que duró cuatro años dando vueltas por el mundo.
¿Qué queda en ti de Locomía?
Creo que todos somos la suma de nuestras experiencias…
¿Sigues teniendo relación con la gente del grupo?
No tengo relación con todos, pero si con tres de ellos, y queda la música de los 90. Y ahora, concretamente, estoy haciendo de vez en cuando unas sesiones de DJ, pero solo en fiestas de los 80 y 90, que están muy de moda. Me llaman para poner la música y hago una sesión, pero no soy DJ, de nuevo soy un actor que interpreta a un DJ, por lo tanto, estoy haciendo otro papel, de DJ…
¿Cuándo eres Antonio Albella?
Ahora contestando a tus preguntas y hablando de mi vida… (sonríe)

Cambiando de tema, has hecho televisión…
Sí, he hecho bastante televisión. Muchos episodios, pero no he tenido la oportunidad de hacer un personaje fijo en una serie. Con la pinta de antiguo que tengo no he podido trabajar en “El secreto de Puente Viejo”, ni “Amar es para siempre”, en “Amar en tiempos revueltos” estuve en la primera temporada, hace unos años; con Arturo Fernández estuve en “La casa de los líos”; he salido en “Hermanos y detectives”, recientemente en varios capítulos de “Centro Médico” … pero es lo que tiene la carrera del actor, vas entrando en las series, pero en verdad que tengo muchas ganas de conseguir un personaje fijo para desarrollarlo.
Televisión, teatro, cine… ¿Qué te deja más satisfecho?
La verdad es que soy un gran cinéfilo y me encantaría hacer cine, he hecho cortometrajes, pero creo que el teatro es la base de todo actor.
Nos centramos en la obra que representa actualmente en el Teatro Reina Vitoria de Madrid, ese thriller del que hablábamos al principio, “La habitación de Verónica”, cuyo autor es Ira Levin (La semilla del diablo)…
Una pieza muy especial…
Es un argumento totalmente retorcido y estamos haciendo unos personajes durante hora y media siempre los cuatro en escena. Una pareja joven y otra madura, pero lo que ocurre entre esas cuatro paredes, las tres del decorado y la cuarta que es el público, es apasionante. Creo que va a ser una de las obras de las que más se va a hablar esta temporada. Vamos a estar en el teatro durante dos meses y pico, hasta el 12 de noviembre.
¿Y tu personaje cómo es?
Puedo hablar muy poco del papel, porque puedo decir algo y hacer un spoiler, tanto es así que el autor ni siquiera pone el nombre, que los tenemos, pero el autor no puso el nombre en el libreto porque desentrañaría parte de la trama, por lo tanto, tampoco salen los nombres en el programa, somos, un hombre, que soy yo, Antonio Albella; la mujer, Lara Dibildos; el muchacho, Javier Pascual, y la muchacha, Lucía Gil. Así de misterioso es todo.
¿Qué dificultad encierra la obra a la hora de interpretar?
A pesar de que creo que tengo una gran vis cómica, en los últimos años he hecho, curiosamente, teatro de suspense. Con esta función hago una especie de trilogía. Hice en este mismo teatro “Crimen perfecto” de Hitchcock; hice con gran éxito en el Muñoz Seca, “Diez negritos” de Agatha Christie, con este mismo director, Ricard Reguant, y en un personaje muy particular, y ahora “La habitación de Verónica”. Es un teatro que no se hace habitualmente, pero que gusta muchísimo a la gente, le apasiona al público, porque es una hora y media donde están tan pendientes de lo que ocurre, ya lo hemos testado en el estreno de Valladolid, y la gente está sentada sin parpadear…
La obra tiene un ambiente enrarecido, malsano, aunque parezca todo muy amable…
Sí, es un ambiente malsano, esa sería la palabra, a pesar de que estamos tan amables con la visita, pero el decorado, las humedades… es una sensación de inquietud muy grande que cuando llega el segundo acto es tan sorprendente… es una obra perfecta, con una arquitectura teatral perfecta que se pone muchísimo en EE. UU., pero era muy difícil de traer a Europa, aunque se ha puesto en algunas ciudades, pero nunca en Madrid, se hizo en catalán en Barcelona, pero nunca en castellano…
¿Por qué?
Porque los derechos los tienen los herederos muy blindados, porque Ira Levin es muy importante, y no quieren ni darla para que se haga en cine para que no se sepa el final, porque el cine tiene una difusión tan amplia que los herederos piensan que si se hiciera en cine se dejaría de representar por el mundo. Por eso la tienen blindada y cuidada, incluso la cartelera, ha habido mil conversaciones con Nueva York por el tamaño de las letras del nombre de autor, los americanos protegen mucho su mundo del espectáculo, es una industria para ellos y para ellos es muy importante hasta el tamaño de las letras de los autores.
¿Y qué otros proyectos tienes?
Ahora mismo que esta obra sea uno de los grandes éxitos de la temporada madrileña, (sonríe abiertamente) porque cuando estás en teatro y en una producción como ésta y han confiado en ti, lo único que quieres es que el público entre, que venga la mayor gente posible para que se recupere la inversión y sobre todo para dar a conocer la cultura…
Por último, ¿te importa la crítica?
A todos nos importa la crítica, aunque digamos que no. Para saber que opinan de la obra y también para saber que opinan de tu personaje y de tu trabajo y una buena crítica es muy bonita.
Y allí dejamos a Antonio Albella, rematando algún detalle, puliendo algún gesto y dispuesto a enfrentarse al dictamen del público…
Encantados de reconocerte Antonio…



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